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dc.contributor.authorD´alton Kilby, Cristina
dc.contributor.authorBarahona Quesada, Mario
dc.contributor.authorMéndez Estrada, Victor Hugo
dc.contributor.authorGarita Figueiredo, Renato
dc.contributor.authorPiedra, Luis Ángel
dc.contributor.authorCartín, Jorge
dc.contributor.authorMora Umaña, Melissa
dc.contributor.authorAbarca Chinchilla, Alexandra
dc.date.accessioned2017-11-05T05:24:43Z
dc.date.available2017-11-05T05:24:43Z
dc.date.issued2012
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/20.500.12337/853
dc.descriptionPonencia presentada como investigación base para el INFORME ESTADO DE LA EDUCACIÓN 2013 (no. 4)
dc.description.abstractEn este trabajo se revisa la forma de comprender la memoria y el lenguaje con base en los aportes de las ciencias cognitivas, los cambios que se han dado en esas concepciones a lo largo de la historia y algunas de sus implicaciones para la pedagogía. Todas las decisiones pedagógicas –las políticas, estrategias, métodos y técnicas que se adopten para favorecer el aprendizaje– parten de creencias sobre la cognición humana: qué es la mente y cómo se construye, qué sucede cuando aprendemos, cómo y por qué recordamos y otras cuestiones clave surgen en cada momento del proceso didáctico. Algunas de esas creencias son explícitas, sustentadas en conocimientos que conscientemente se aceptan como científicos o válidos por otras razones; otras forman parten de la sabiduría popular y se asumen como naturales e incuestionables. Por lo general la memoria se asocia primordial o exclusivamente a la preservación de impresiones del pasado, pero esta idea ha perdido protagonismo ante el reconocimiento de que le son inherentes otras funciones, como el olvido y la organización de contenidos para hacer predicciones. La función prospectiva de la memoria forma parte de la movilización de capacidades y procesos mentales –que incluyen el lenguaje, las emociones, la planificación, el control de acciones, la atención y la imaginación– y del aprendizaje de experiencias, para generar estrategias de resolución de problemas, toma de decisiones y autorregulación para alcanzar metas. Esta nueva idea de la memoria, que construye saberes en lugar de almacenar datos de naturaleza lingüística y emotiva, tiene nuevas implicaciones y retos para la educación. En cuanto al lenguaje, las visiones más comunes lo colocan en un lugar periférico respecto de los procesos de pensamiento, mientras que desde las ciencias cognitivas han surgido enfoques que le otorgan un papel protagónico en el contexto de la cognición y un lugar preponderante en la construcción del conocimiento. Una consecuencia de esta visión es que en el centro de la formación lingüística debe colocarse la lectoescritura, no como un simple acto de “aprender a leer y escribir”, que supuestamente se hace de una sola vez, sino como un aprendizaje gradual y continuo que conduce a la comprensión profunda de textos complejos y la destreza en la elaboración de textos de distintos géneros y orientaciones. En este proceso, los docentes deben prestar atención no solo al dominio de los mecanismos lingüísticos (la ortografía, la puntuación y la sintaxis), sino y sobre todo, a los procesos cognitivos implicados en la comprensión y elaboración de textos escritos.es_US
dc.language.isoeses_US
dc.publisherSan José, Costa Rica: PENes_US
dc.subjectPROCESO DE APRENDIZAJEes_US
dc.subjectCOGNICIÓNes_US
dc.subjectMEMORIZACIÓNes_US
dc.subjectDESARROLLO DEL LENGUAJEes_US
dc.subjectPEDAGOGÍAes_US
dc.titleLa memoria y el lenguaje en los procesos de aprendizaje: Aportes desde las ciencias cognitivases_US
dc.typeinforme de investigaciónes_US


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