dc.description.abstract | Al avanzar la segunda década del siglo XXI, Costa Rica tiene una sociedad notablemente más grande, urbana y envejecida, y una economía mucho más abierta y dinámica. Mientras ocurrían todos los procesos que dieron lugar a ese perfil, durante treinta años el país careció de información detallada y confiable sobre el sector agropecuario, así como sobre la distribución y la propiedad de la tierra. Con datos del Censo Nacional Agropecuario (CENAGRO 2014) y del Censo de Población del 2011 esta investigación analiza el vínculo que tiene la distribución de la tierra agropecuaria con la situación de pobreza y desigualdad del país.
El CENAGRO 2014 confirma la reducción de la extensión agropecuaria, 21,6% menos que en 1984. Un pequeño número de fincas grandes (mayores a 500 hectáreas) absorben una cantidad importante del área agropecuaria. La concentración es evidente si se considera que la mitad de las fincas ordenadas de menor a mayor tamaño suman apenas un 3% de las hectáreas agropecuarias, o si se amplía al 80% de las fincas, estas representan apenas un 15%. Un indicador útil para medir la concentración de la tierra es el coeficiente de Gini calculado para la extensión de las fincas en hectáreas. En el año 2014 fue de un 0,82, superior al 0,79 del censo agropecuario de 1973 y del 0,81 del censo de 1984.
Por cantones no se observa un patrón que vincule área agropecuaria y desigualdad en la distribución de la tierra. Lo que sí destaca es que la mayoría de los cantones que tienen grandes extensiones agropecuarias se ubican en puntos intermedios de desigualdad, cuyos coeficientes de Gini fluctúan entre 0,74 y 0,79.
Se encontró una relación directa y positiva entre el porcentaje del empleo agropecuario y el porcentaje de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI), así como entre pobreza y extensión agropecuaria. No obstante, no todos los cantones que tienen alta incidencia de NBI, tienen un peso importante del empleo agropecuario o absorben gran cantidad de extensión agropecuaria. | es_US |